sábado, 5 de marzo de 2011

Alfonso Val Ortego: pintor

Con motivo de la presentación en el suplemento Artes y Letras de Heraldo de Aragón de un cuadro de gran formato de Alfonso Val Ortego en el cementerio de Torrero de Zaragoza, me decido a escribir unas líneas sobre su obra pictórica.

Calificado por sus amigos, un poco en son de chanza, como «el mejor pintor vivo de Aragón», y poco dado a entrar en el mercadeo artístico, lleva años practicando una pintura que es Arte con mayúsculas, antiguo, sereno y clásico. Ha cultivado a partes iguales una abstracción que entronca con los Saura o Viola y un figurativismo que remite a la mejor tradición del barroco español. En sus pinceles vemos aquel Siglo de Oro, la importancia del dibujo y de la línea de Velázquez (a quien Val Ortego considera el mejor dibujante que jamás ha existido), y el color como medio para expresar el volumen, la luz. Rigurosa perspectiva, pero también pintura de masas cromáticas, la gran aportación de Goya.

Es en el genio maduro de Fuendetodos donde observo mayores afinidades. El trabajo con los medios tonos, la paleta restringida (ocres, tierras y negros), algún contraste (azules, rojos) y la luz del blanco combinados con aparente austeridad, mas con profunda inteligencia. Enlaza su pincel, asimismo, con la gran revolución impresionista. Al acercarse a contemplar la técnica descubrimos que, bajo esa realidad social parda y meditativa, late una sinfonía de matices coloristas y texturas que confluyen en la retina, sin notar el alarde, en unas formas rotundas, severas, perdurables. Acrílico, óleo, pasteles se conjugan con destreza en el acabado de sus obras, que sin embargo adoptan el gesto enérgico de la intuición primera, rasgo que el admirado Luis Feito consideraba esencial en la pintura de nuestro tiempo.

En la era de la tecnología, sigue la escondida senda del artesanal oficio de pintor. De la entrevista que Antón Castro le publica con motivo de la exposición del gran cuadro de Torrero, destaco su mención a la «aspiración a la trascendencia». Es lo que une el arte con la vida. Con ese afán riega su arte callado, sabio y consciente. Pero matiza, y huye de todo aquello que pueda relacionarse con afectación o grandilocuencia.

Escribe para nuestros ojos el misterio cotidiano del vivir, pinta para sus adentros la felicidad que le reporta el hacerlo. Imagina un sueño que nos muestre otra realidad más alta de la que vivimos in hac lacrimarum valle.


Cosquillas


Galacho de Juslibol


Venus


Exclusas


Joven en cuclillas



Solar

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4 comentarios:

  1. Quien tiene un amigo, tiene un tesoro :)

    Yo le veo un aire a las primeras épocas de Picasso, aunque con una paleta mas oscura.

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  2. Halagan palabras tan laudatorias para cuadros tan austeros. Si además proceden de eudito en cides y otros ilustres, cobran más valor sin duda.
    Gracias, escarlati

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  3. Ensada, gracias por comentar. Pues sí, ahora que lo dices, también le veo la similitud con la etapa neoclásica de Picasso. Menudos paralelos.

    Anónimo, si eres quien creo, te lo mereces. Eso y mucho más.

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  4. Estoy de acuerdo con la influencia picassiana (un punto de vista de aficionada). Gracias por la recomendación, Escarlati, espero poder ver este cuadro al natural pronto.

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