viernes, 25 de febrero de 2011

El Cid falsificado XXI: la muerte de su hijo

Durante la primavera de 1097 regresa de nuevo Yusuf ibn Tasufín a la península con la intención de reconquistar Toledo, que había sido perdida para el islam en 1085. Concentró en Córdoba un gran ejército confiado a Muhammad ibn al-Hach, quien en 1110 tomaría para los almorávides la taifa de Saraqusta. Al-Hach emprendió la ruta hacia el norte.

Al enterarse Alfonso VI, que el 19 de mayo se encontraba en Aguilera, localidad situada tres kilómetros al oeste de Berlanga de Duero, y se disponía a atacar Zaragoza, debe volver sobre sus pasos para aprestarse a la defensa de Toledo. Los ejércitos se encontraron cerca de Consuegra, donde se produjo la batalla el día de la Virgen de agosto de 1097. El rey Alfonso fue derrotado sin paliativos, y hubo de refugiar sus huestes en el castillo, donde permanecieron cercados más de una semana, aunque finalmente Al-Hach no pudo tomar la fortaleza, que caería al año siguiente reconquistada por los almorávides.

A este combate había sido enviado el único hijo del Cid, aquel que habría heredado su principado valenciano, Diego Ruiz, que contaría con aproximadamente dieciocho o veinte años. Posiblemente hacía sus pinitos en el séquito real del conquistador de Toledo, como su padre los había hecho en el de Sancho II de Castilla. Desgraciadamente para el Campeador, allí perdió la vida el varón que habría podido perpetuar su patrimonio.

Mientras, en Levante, el gobernador Abul Hasán Alí ibn al-Hach recibía refuerzos para mantener sus posiciones en Játiva y Denia.

En otoño de aquel 1097, instalado en Córdoba, Yusuf seguía hostigando el Regnum Toletanum, pero la capital de la Castilla nueva siguió resistiendo los embates almorávides. Para ello en septiembre Alfonso VI contó con la ayuda de Pedro I de Aragón. Aragón y Castilla hacían frente común para resistir al Imperio africano en la zona occidental hispánica, mientras que en la oriental el gobernador de Murcia, Ibn Aisa, atacaba las posesiones de Álvar Fáñez en Cuenca, marchando contra Zorita y Santaver. El bravo capitán del rey Alfonso fue derrotado y sus posesiones saqueadas.

Ibn Aisa aprovechó la circunstancia para atacar tierras valencianas cercanas a Alcira. Posiblemente el retén que el Cid mantenía en la poderosa fortaleza de Peña Cadiella saliera entonces a probar suerte con una espolonada contra algún destacamento del ejército moro, pero perdieron el encuentro. Quizá en el relato de este acontecimiento se note la querencia del historiador de la Gesta Roderici Campidocti (más conocida como Historia Roderici), quien habría podido restar importancia en su narración a esta derrota de las tropas del Cid, pero no parece que, en cualquier caso, fuera el propio Rodrigo al frente de este contingente ni que este fuera demasiado numeroso. El Cid no ganó batallas después de muerto, pero sí se salva históricamente su aureola de caudillo invicto.

Nota: imagen obra derivada de Wikimedia Commons. Castillo de Consuegra.

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