La victoria en la batalla de Cuarte dejó la frontera con el Imperio almorávide en Denia y Játiva, adonde se retiraron las fuerzas musulmanas. Alfonso VI, que acudía al socorro del Cid, aprovechó para saquear la comarca de Guadix y liberar mozárabes con que repoblar el acapto (territorio recién conquistado) del Regnum Toletanum, aún en franca debilidad, pues Toledo era constantemente hostigada por los morabitos.
El Campeador, sin embargo, necesitaba asegurar los territorios comprendidos entre Valencia y los cristianos, y emprendió una campaña que se prolongaría hasta 1096 para sojuzgar a los señores de las taifas de Jérica (Ibn Yamlul), Segorbe (Ibn Yasin), Santaver (Al-Sanyati), Alpuente (Nizam al Dawla), Albarracín (Ibn Razin), Tortosa (Sayyid ad-Dawla) y Lérida (Tayid ad-Dawla), que habían sido aliados del ejército almorávide en su intento de recuperación de Valencia. Quizá en el transcurso de estas acciones apresó en febrero o a comienzos de marzo de 1096 a Ibn Tahir de Murcia, aunque otra posibilidad es que hubiera sido capturado durante la batalla de Cuarte. Además, tomó el castillo de Olocau y el de Serra, que constituían el sistema defensivo del norte de la ciudad y, probablemente, aún guardaban parte del tesoro real del finado Al-Qadir. El Cid volvía a recuperar el dominio del Levante, desde Lérida y Tortosa hasta los confines de la extaifa de Denia, con un puesto avanzado en la fortaleza de Benicadell (Peña Cadiella) y, a diferencia del protectorado que estableció entre 1088 y 1092, con una capital: la rica y poderosa ciudad de Valencia.
En 1096 Rodrigo consagra la mezquita mayor como templo cristiano, aunque todavía no fundó la sede catedralicia, que sería establecida en 1098, ni reformó la arquitectura del templo en su integridad, dadas las urgencias militares que aún amenazaban su principado.
Por otro lado, el Cid contaría en este tiempo con la firme amistad del Rey de Aragón. Ya había entablado alianza desde comienzos de 1092 con Sancho Ramírez (muerto el 4 de junio de 1094 durante el sitio de Huesca), y la renovó con su hijo Pedro I quien, a instancias de los magnates de su reino, nada más concluir la conquista de la nueva capital del reino (la victoria de Alcoraz había tenido lugar el 18 de noviembre de 1094), solicitó al castellano la renovación de los lazos de amistad y colaboración. A finales de noviembre o comienzos de diciembre de 1096 el rey Pedro llega a Montornés, un castillo de Aragón situado cinco kilómetros al norte de Benicasim, con objeto de encontrarse con el Campeador en Burriana, donde se firmó la continuidad del pacto.
No tardaría mucho el Cid en necesitar la ayuda de su aliado. Los últimos días de diciembre de 1096 emisarios del Campeador llegan a Huesca, que estaba siendo en ese momento acondicionada para convertirse en la nueva capital del Reino de Aragón, para solicitar a Pedro I ayuda en una expedición de abastecimiento al castillo de Peña Cadiella, muy peligrosa por cuanto había que rebasar las ciudades almorávides de Denia y Játiva. Sin dudarlo, y a pesar de las tareas que debían ocupar al rey en Huesca, se puso en camino acompañado de su hermano Alfonso Sánchez, el futuro Alfonso I el Batallador.
La campaña de aprovisionamiento del fuerte avanzado cidiano estaría a punto de costar muy caro al Cid y al ejército aragonés. Pero el relato de esta nueva campaña militar y su desenlace en la batalla de Bairén quedarán para el próximo capítulo.
¡Que susssspense!
ResponderEliminarVoy aplicando las técnicas del culebrón :P
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