domingo, 25 de abril de 2010

El Cid falsificado II

Decíamos ayer que, parafraseando el Quijote, hay grandes dudas acerca de las hazañas que dicen que hizo el Cid. La diferencia que va de lo que leyendas y literatura han ido añadiendo a su figura, y sus hechos documentados, es notable.

Rodrigo Díaz (no sabemos si de Vivar) fue un noble castellano que en 1058 entró en la corte de Fernando I de León a servir como paje (doncel) del príncipe Sancho. Un error común es que el Cid fuera su alférez, un cargo que en la segunda mitad del siglo XIII está definido en las Partidas de Alfonso X el Sabio como portaestandarte real y jefe del ejército. Evidentemente un adolescente Rodrigo al servicio de un infante de Castilla no tenía estas atribuciones, y el armiger regis que se podrá traducir doscientos años más tarde por alférez real, aún no ha adquirido este contenido semántico. Todo lo más se podría verter al castellano de hoy como escudero.

En 1063 el infante Sancho acudió en auxilio del rey Al-Muqtadir de la Taifa de Zaragoza que se defendía del intento de Ramiro I de Aragón de conquistar las fértiles tierras del valle del Ebro, y cuyo camino pasaba por tomar Graus. En esta batalla murió el soberano aragonés, según cuenta la leyenda, a manos de un soldado árabe llamado Sadaro, que hablaba romance y consiguió acceder al real de Ramiro I en hábito de cristiano, clavándole una lanza en la frente. La pérdida de Ramiro I fue traumática para Aragón, y es entendible que hayan surgido relatos legendarios que explican su muerte. Conociendo que Rodrigo Díaz servía al príncipe Sancho hay quien ha atribuido al Cid la muerte del rey de Aragón, aunque, de nuevo, no tenemos constancia alguna de que Rodrigo hubiera participado en la expedición del rey islámico de Saraqusta contra el joven reino cristiano de las montañas pirenaicas. Es lícito pensar que a tan arriesgada empresa en tierras extrañas hubiera acudido solo un contingente de guerreros experimentados, más cuando la edad de Rodrigo podría estar rondando los catorce años.

A finales de la década de 1060 Rodrigo Díaz intervino activamente en la guerra que enfrentó a los hijos de Fernando I el Magno —quien había conseguido adquirir el reino de León y el condado de Castilla— Sancho, Alfonso y García. Es ahí donde Rodrigo Díaz comenzó a ganar renombre como luchador en batallas campales, las más nobles de cuantas se disputaban en esta época (por contraste con algaradas o sitios, que de honroso tenían menos), y tras los éxitos en las de Llantada (1068) y Golpejera (1072), Sancho II arrebató a su hermano Alfonso VI el reino de León. Rodrigo, cercano compañero de armas del nuevo rey desde su juventud, sin duda adquirió en estas campañas fama y prestigio.

Continuará...

2 comentarios:

  1. Algunos historiadores coinciden en afirmar que la supuesta inquina que Alfonso VI le tuvo al Cid desde el principio de su reinado, se debía a la ayuda que éste le proporcionó a Sancho durante la guerras fratricidas. La literatura ha añadido a ese hecho, además, la famosa Jura de Santa Gadea, potentísima desde el punto de vista literario, pero, al parecer falsa, aunque en la iglesia de Santa Gadea de Burgos una placa rece que allí sucedió el famoso juramento. Otros, en cambio, niegan esa ira regia inicial. Por cierto, el error flagrante de Fernando I de dividir el reino entre sus hijos y la consiguientes guerras con el cerco de Zamora como colofón, es una historia de enorme atractivo. No entiendo cómo aún no se ha llevado al cine. Como tampoco entiendo los anacronismos de la película de Anthony Mann, en la que, por cierto, Menéndez Pidal estuvo de asesor y al que, obviamente, no hay que hacer responsable de los desaguisados que allí se cometen.

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  2. Bueno, en realidad la ira regia es una figura jurídica que implicaba el destierro y la ruptura del vínculo vasallático. Lo cierto es que no tenemos prueba alguna de que Alfonso VI tuviera malas relaciones con Rodrigo Díaz. Más bien al contrario, tras la muerte de Sancho II, Rodrigo (algo expliqué de eso en la primera entrada) gozaba de la plena confianza del rey Alfonso VI, pues fue solicitado como procurador (y posiblemente como juez) en al menos dos litigios jurídicos. Además, le fue encargada una importante misión para la que se requería una confianza plena: el cobro de parias al rey Al-Mutamid de Sevilla. No creo que sepamos nunca a ciencia cierta qué hechos causaron que a Rodrigo Díaz le fuera aplicada la sanción consistente en la "ira regia", pero lo más probable es que fuera el saqueo de tierras toledanas, entonces protectorado de Alfonso VI de León. Espero explicar esta fase en una próxima entrada. Muchas gracias por haber dejado tu comentario.

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