viernes, 21 de mayo de 2010

El Cid falsificado V: al servicio de Al-Mutamán

Tras quedar el Cid al servicio de los reyes musulmanes de Saraqusta y obtener para Al-Mutamán la victoria de Almenar sobre su hermano, monarca de la Taifa de Larida, en la que el castellano tuvo gran parte de responsabilidad, Rodrigo (como dijimos) fue vitoreado a su vuelta a Zaragoza en un desfile en el que Berenguer Ramón II de Barcelona sería exhibido como valioso botín. Pronto el Cid sería la principal baza defensiva del reino islámico zaragozano. En 1082, una vez finalizada esta campaña que había asegurado la frontera oriental (fortificadas Monzón, Tamarite de Litera, Escarpe y Almenar), pasa el Campeador a reforzar las defensas de Tudela, por entonces una de las ciudades más importantes de la Taifa de Zaragoza.

Es allí donde le sorprende la noticia de que su anterior señor, el rey de León Alfonso VI, ha estado a punto de perecer no muy lejos, en el valle del Jalón, en una emboscada planeada por el alcaide del inexpugnable castillo de Rueda, refugio y prisión tradicional de los derrotados de las dinastías reales zaragozanas tuyibíes y, ahora, hudíes. Varios grandes magnates de Castilla, León, y Navarra habían perecido en una trampa.

Rápidamente se dirige el Cid al encuentro de su antiguo rey (que no su señor natural, como repite el Cantar, pues el concepto de rey natural es propio del siglo XIII, y no del XI) para informarse sobre el asunto. El alcaide de Rueda Al-Bufalaq había sido convencido por el destronado tío de Al-Mutamán, Al-Muzzafar de Lérida —que desde que fue desposeído de su reino por su hermano Al-Muqtadir penaba encarcelado en Rueda—, de que podrían obtener la ayuda de Alfonso VI de León a cambio de cederle la mítica fortaleza del Jalón. Con la ayuda del ejército del emperador leonés, Al-Muzzafar recuperaría un reino en Zaragoza, y el alcaide de Rueda podría ser su valí u otro cargo de primer orden. Convencido Alfonso VI, se interna en la Taifa de Saraqusta, pero en ese momento muere el viejo ex monarca de Lérida, y Al-Bufalaq cambia el plan, tendiendo una celada al rey de León y de Castilla, posiblemente con la esperanza de ofrecer a Al-Mutamán la cabeza de uno de los más poderosos enemigos de Zaragoza.

Invitado Alfonso a su castillo, el 6 de enero de 1083 haría pasar a la hueste leonesa por las empinadas y angostas rampas que conducían a la puerta del Palacio, para después cerrar rápidamente el portón de entrada tras sus espaldas y arrojarles desde las almenas todo tipo de armas mortales. Sin embargo, Alfonso VI, cautamente, envió delante a una parte de su mesnada, y quedó rezagado. La precaución salvó al rey leonés, pero no a la vanguardia de sus hombres: allí cayeron los primos del rey, nietos de Sancho III el Grande e infantes de Pamplona, Ramiro y Sancho, padre de Ramiro Sánchez, que casaría hacia 1098 con Cristina Díaz, una de las dos hijas del Cid; también falleció el conde castellano Gonzalo Salvadórez, gobernador de La Bureba; los riojanos Nuño Téllez y Vela Téllez; el señor leonés Vermudo Gutiérrez... La ambición de Alfonso VI de conquistar una infranqueable fortaleza en el corazón de la Taifa de Zaragoza había acabado en catástrofe.

Cuando llegó el Cid a Rueda, todo había acabado. Se habían dispuesto los enterramientos. Gonzalo Salvadórez, también previsor, había hecho testamento pocos meses antes y en él se ordenaba su sepultura en el monasterio de San Salvador de Oña (provincia de Burgos); los restos de uno de los infantes navarros, Sancho, que habría sido el futuro suegro del Campeador, fueron trasladados a la abadía de Santa María de Nájera, entonces la capital de La Rioja y territorio pamplonés, para descansar junto a los restos de su padre.

Rodrigo Díaz debió de acudir a Rueda para defenderla, pero enterado de todas las circunstancias sin duda acompañaría en este trance a Alfonso VI, y consta que lo escoltó hasta la frontera del Reino de Zaragoza. En esas conversaciones es muy probable que el rey de León levantara el destierro al aristócrata castellano, pero no lo podemos saber a ciencia cierta. Lo que sí está claro es que, de habérsele ofrecido volver a Castilla, no lo aceptó el Cid. Regresó con su mesnada para seguir desempeñando el caudillaje de las tropas islámicas de la Saraqusta de Al-Mutamán.

6 comentarios:

  1. Muy interesante, pero mucho. Espero más con impaciencia.

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  2. Me alegro mucho de que te interese. Prometo más.

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  3. Conocía a grandes rasgos la historia, desde luego no a ese nivel de detalle. Y me parece interesantísimo. En el poema habla también de Ramon Berenguer II, creo recordar. ¿Qué matiz es el de Rey Natural?

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  4. El concepto de rey natural implica que todos los nacidos en su reino lo tienen siempre como rey, pese a no establecer explícitamente vínculos de vasallaje. Es lo que refleja la mentalidad del Cantar: pese a que la ira regis rompe el vínculo feudo-vasallático, el Cid sigue considerándolo su señor natural, y por ello le envía parte del botín.

    Por otro lado, sí, en el Cantar también aparece "el conde de Barcilona" (v. 957) "Remont Verenguel" (v. 998), al que se llama franco y hace prisionero: en este episodio hay una base histórica clara, aunque el Rodrigo Díaz histórico venció dos veces a Berenguer Ramón II el Fratricida, no a Ramón Berenguer II Cabeza de Estopa, (en Almenar, 1082; y en Tévar -cerca de Morella- c. 1090, batalla relatada en el Cantar con asombrosa fidelidad a la Historia Roderici). De todos modos, los dos comandaron el condado entre 1076 y 1082. Otro dato real es que la otra hija del Cid, María, casó con Ramón Berenguer III el Grande, tras enviudar (1 de febrero de 1104) de su matrimonio (hacia 1098) con el infante Pedro de Aragón, hijo del rey Pedro I de Aragón. Más tarde, Ramón Berenguer III contraería matrimonio en segundas nupcias con Dulce de Provenza.

    Es más, las coincidencias en todo lo referido al conde de Barcelona con la Historia Roderici llevan (entre otros indicios) a Colin Smith y a Alberto Montaner Frutos a postular que la biografía latina fue una fuente que tuvo en cuenta el autor del Cantar.

    Un cordial saludo y gracias por leerme.

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  5. ¿Y sobre el simbolismo de la "mesada de barbas" al Conde de Barcelona?
    Espero con interés tus próximos capítulos.

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  6. Fe de erratas: la noticia de que María, hija del Cid, casó con María, casó con el infante Pedro, hijo de Pedro I de Aragón, es falsa. Proviene de crónicas tardías y es muy difusa. Solo nomina como Pedro al esposo de la hija del Cid, pero probablemente sea una literaturización ahistórica. Se puede comprobar, con abundantes avales en bibliografía seria, en el artículo de wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Rodr%C3%ADguez_%28hija_del_Cid%29

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